Y tú ¿por qué quieres ser profesora?

Algo que me ha gustado mucho de esta asignatura ha sido las presentaciones de los blogs de los compañeros. No solo nos ha dado cierto margen para aprovechar y comentar sus blogs, sino que por encima de todo nos ha permitido conocer y acercarnos a todos nuestros compañeros, cosa que si ya de por sí en un grupo numeroso es complicado, teniendo en cuenta las todavía vigentes medidas COVID lo es aún más. En mi caso particular, creo que fui demasiado rápida creando el blog y eso hizo que fuese la primera en salir a exponerlo, lo que ha hecho que me quedase con muy mal sabor de boca respecto a mis palabras. Quizá por miedo a quedar como la empollona o quizá porque no sabía qué se esperaba de esa presentación, acabé hablando poco, bajo y mal y envidiando algunas de las exposiciones de mis brillantes compañeros. A ver, no fue horrible, pero para lo que me gusta a mí hablar en público y contar mi libro, no estoy contenta con el resultado.

Y por eso estoy aquí, tecleando con una infusión al lado, para solventar eso. 

Me gustaría, al igual que han hecho algunos de mis compañeros, hablaros sobre por qué quiero ser profesora. Ya hablé del tipo de profesora que quiero ser, pero no mencioné el por qué concretamente.


Veréis, yo en realidad iba para médico casi desde que nací. Fui una niña bastante enfermiza con una madre que me cuidaba como una leona a su cachorro y eso hizo que estuviese mucho en el médico. Quizá fue ahí cuando le saqué el gusto a los fonendos y las camillas. Quizá no. Quién sabe. El caso es que así seguí, con la idea de la medicina, hasta que llegué a 4º de la ESO, cuando cambié de opinión respecto a lo que quería ser en un futuro. 

¿Qué ocurrió en ese curso para que quisieras ser profesora? No, en ese curso mi cambio de opinión no se enfocó hacia la docencia, sino hacia la psicología. Ese año, el 16 de febrero, concretamente, un amigo que tenía un año más que yo pero que estaba un curso por debajo decidió acabar con su vida, consiguiéndolo dos días después cuando los médicos y la familia decidieron desconectar las máquinas que le mantenían con la poca vida que una cuerda en su cuello le había arrebatado. Como dato literario, por aquellas semanas estábamos estudiando en mi curso la obra Bernarda Alba y teníamos prevista una visita a una representación teatral de la obra cuya cancelación se planteó cancelar debido a lo inapropiado del final teniendo en cuenta las circunstancias. Personalmente, siempre agradeceré que no se cancelase, ya que la muerte forma parte de la vida y como alumnos y personas debemos entender y asumir ese hecho. 

Volviendo al tema, mi amigo estaba enfermo, eso lo sabía. No fue culpa de nadie; sería ridículo pensar que su problema de salud mental, esa situación que le llevó a querer acabar con sus problemas de la peor forma posible, era responsabilidad de cualquiera. Pero sí es cierto que si mi amigo hubiese pedido ayuda, hubiese mostrado ese sufrimiento que le carcomía, quizá, solo a lo mejor, se podría haber curado, podría haber encontrado alguien, del centro o no, que pudiese ayudarle. No fue así, sea como sea, y yo, al más puro estilo Hollywood, me prometí hacer lo que estuviese en mi mano para que chavales en su situación no tuviesen el mismo final. ¿Y cómo lo puedo hacer entonces? “Psicología”, apareció en mi mente entonces. Es algo que me venía interesando bastante desde hacía años y que me resultaba una buena carrera a la que dedicar mi vida. 

Así pues, seguí por la vía de ciencias de la salud para entrar en la carrera de psicología y, por tanto, el año siguiente comencé 1º de bachillerato con física, química, matemáticas y biología. He de decir que me encantaba la biología, pero que también envidiaba a mis compañeros que estudiaban latín y griego. Con el paso de los meses vi mi sueño de estudiar psicología truncado porque los estudios no se encontraban en la Universidad de Valladolid, la única a la que podría asistir. Universidad pública lo llaman algunos impresentables. En ese momento comencé a pasar por una crisis existencial bastante grave. ¿Qué puedo hacer ahora? No hay más carreras de ciencias que me llamen la atención o que me encaminen a poder dedicarme en el futuro a algo que me haga feliz. ¡Estaba perdida! Pensaba que ya no podía cambiar de rama, que estaba condenada a una vida de ciencias. No soy nada melodramática yo. 

Investigando, me enteré de que era posible cambiar de un año para otro del bachillerato de rama, aunque fuese radicalmente, así que decidí que sería profesora, ya que son los grandes apoyos y acompañantes de los adolescentes junto con las familias. Pero profesora ¿de qué? En ese momento y con la crisis emocional que vivía fui capaz de darme cuenta de que pese a todo lo que había vivido -que, lamentablemente, no era poco- había una cosa que siempre se había mantenido constante en mi vida: el amor por las palabras, por la lectura y la escritura y por el poder de un buen libro. Profesora de lengua y literatura. 

¡Ya lo tenía! ¡Ya sabía qué quería ser de mayor! (Qué absolutamente absurdo suena, por Dios). Con esa decisión tomada, solo quedaba seguir la burocracia pertinente. Cambio de rama de estudios. Aguantar a todas las personas ignorantes que me llamaban niñata caprichosa, inconsciente y descerebrada por cambiar de ciencias puras a letras puras “con las notas que tenía tan buenas”. Y lo más duro. Cambiar una clase en la que por fin había conseguido sentirme más o menos integrada para estudiar rodeada de personas que me marginaban bastante y que en general en ese momento tenían una calidad humana bastante cuestionable, haciendo los días de compañeros y profesoras bastante duros. 

Y ese camino seguí. Y lo conseguí. Y me saqué curso y medio de bachillerato. Y sobreviví para contarlo pese a lo difícil que fue en algunos momentos. Y aquí estoy. Para tratar de evitar que mis alumnos pasen por lo que pasó mi amigo o por lo que pasé yo o por lo que sé que han pasado muchos compañeros. Para no acusar nunca a nadie de estar queriendo llamar la atención por tener problemas de salud mental. Para ser feliz y tratar de que mis alumnos también lo sean. Porque quiero ser la mejor profesora que mis alumnos puedan tener. Porque he tenido muy buenos ejemplos tanto de lo sí hay que hacer (Inma, profe de lengua, mi tío, profe de lengua, de inglés y de la vida, Esperanza, profe de lengua, Elvira, profe de latín y griego, Valero, profe de inglés y tutor en primaria, Araceli, profe y tutora en primaria, Marina y Sonsoles, profes de lengua) como de lo que nunca jamás debería haber ocurrido (a estos seres prefiero no mencionarlos porque es más fructífero recrearse en lo positivo siempre). 

Y eso es lo que me habría gustado contar en mi presentación del blog. 

Aunque en realidad os hablé mucho del terrorista con bigotes al que adoro y eso tampoco está nada mal. 

¿Habéis visto lo que ha crecido? ¡Me hace vieja!


Si has llegado hasta aquí, comenta “radiador” para que pueda darte las gracias.
¡Nos leemos a la vuelta de la página!

Comentarios

  1. Elvira, Valero, Esperanza, Marina, Sonsoles... (Me permito añadir a Fernando, profe de geografía, y a Elena, profe de Historia) eran/son grandes profesores a nivel de transmisión de conocimientos, demostraban continuamente la pasión por su materia, pero lo que los hacía/hace los mejores era su gran calidad humana y su interés por el alumnado.

    ¡Un saludo al gato terrorista!

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    1. Jo, yo no tuve la suerte de tener como profe a Fernando y aún así he aprendido cosas de él.

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  2. Tu vida está basada en la lucha y la superación. Vas ha ser una gran profesora y algún día terminarás tú sueño. Suerte en la vida

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    1. Voy a ser la mejor profesora que pueda ser 💪 muchas gracias por la confianza y la ayuda

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  3. Al final lo has contado todo muy bien. Por escrito es más fácil no dejarse nada en el tintero:-)

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    1. Desde luego que sí, ha sido una gran y sincera exposición sobre por qué quieres ser profesora.

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  4. Sí que fue una experiencia muy dura perder a un amigo de tu edad, es normal que te marcará. Lástima que nadie pudiera ayudarle de alguna manera.

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    1. Al final hay que entender que es una enfermedad y que como otras de tipo físico, a veces no se puede hacer nada porque es demasiado tarde... Pero es una mierda, la verdad

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  5. Es bonito que guardes tan buenos recuerdos de algunos profesores y que ellos hayan sido también una inspiración.

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    1. Y de los malos, que todos hemos tenido, mejor ni acordarse.

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    2. Me alegro de haber tenido tanto de unos como de otros. Así sé exactamente lo que nunca tengo que hacer. De algún modo los malos también acabaron enseñándome cosas...

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  6. ¡Radiador! La verdad que tu experiencia vital me ha conmovido, me parece además digno de admirar que hayas conseguido sacar bachillerato y medio en un año ya solo con el trabajo que supone 2º de bach... Espero que este máster te pueda ayudar a seguir escribiendo tu historia, estoy seguro de que tus alumnos admirarán tu implicación igual que tú haces en este post con tus profes :)

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